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La fascinante odisea de entender qué es la Ley del Impuesto al Valor Agregado

En nuestro viaje por este laberinto que es la La Ley del Impuesto al Valor Agregado (LIVA), nos encontramos con muros de números, cláusulas y tributos por doquier. Como un Ulises navegando por un océano de siglas y términos, nos disponemos a explorar estos misterios financieros y entender qué es lo que rodea a esta ley tan importante en México.

Un primer acercamiento: ¿Qué guarda la LIVA?

La LIVA es el mapa que regula el Impuesto al Valor Agregado (IVA), un gravamen que las personas físicas y morales están obligadas a cargar sobre bienes y servicios en territorio mexicano. Es de origen federal, de aplicación indirecta y, curiosamente, regresivo.

Podríamos decir que la LIVA es un cofre del tesoro compuesto por 43 artículos dispersos en nueve capítulos. Todos estos elementos permiten identificar tasas diferenciales y regímenes especiales que, no nos equivoquemos, afectan directamente nuestros bolsillos. Pero adentrémonos en esta intrincada estructura y descubramos qué más nos depara en nuestro viaje.

Fuentes históricas y antecedentes

El origen de la LIVA se remonta al 29 de diciembre de 1978, cuando fue publicada por primera vez en el Diario Oficial de la Federación. Desde entonces, ha pasado por diversas reformas, siendo la última en 2019. En esa época, amigas y amigos míos, aún no existía Internet tal y como lo conocemos hoy, así que nuestros ancestros no podían buscar información tan fácilmente como lo hacemos nosotros en Google.

Además, el IVA trasciende fronteras. La OCDE nos señala que este impuesto es aplicado en 150 países alrededor del mundo. Hasta el viejo continente, España, también rinde tributos a través del IVA y una ley similar a la nuestra, la Ley 37/1992.

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Entonces, ¿dónde está la gracia en todo esto?

Podría parecer una simple carga económica, pero la verdad es que el IVA es uno de los gravámenes que más influye sobre la inflación. ¡Parece que ha encontrado una forma de afectarnos a todos!

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La ruta exenta del IVA

Pero no todo es amargo en este incesante viaje. La LIVA, como buena anfitriona, nos presenta lista de productos y servicios exentos de impuestos, como medicinas y alimentos no procesados. Al menos, en este punto, nos da un respiro.

La inevitable relación entre IVA, profesionales y facturas

Empresas y profesionales independientes, por otro lado, no escapan de la normativa del IVA. A la hora de expedir una factura, deben añadir el impuesto, respetando los regímenes especiales y aplicando el tipo correspondiente a cada producto o servicio. Estoy seguro de que algunos de nosotros que, en algún momento, nos consideramos emprendedores, hemos sentido el sudor frío al enfrentarnos por primera vez a una hoja de cálculos del IVA.

Afortunadamente, en la actualidad existen varios programas y aplicaciones que facilitan esta tarea para los valientes que deciden adentrarse en el mundo de la facturación. Pero que conste que no puedo recomendar ninguno en concreto, ¡no vaya a ser que cometa alguna desviación fiscal!

¿Recaudador o consumidor final? Un paso peliagudo

Aquí viene la parte complicada: quien paga el IVA, ya sea un profesional o empresario, tiene la responsabilidad de actuar como recaudador e ingresar este impuesto a Hacienda de forma trimestral. Los consumidores finales, por su parte, no deben tener ninguna preocupación. Esta lógica nos plantea una encrucijada: ¿soy yo el consumidor final, o estoy actuando como recaudador sin percatarme?

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Además, querido lector, no cumplir con las obligaciones tributarias relacionadas con el IVA podría tener consecuencias legales, ¡nada atractivas! Y aunque este artículo no se trata de un tratado jurídico, siempre es bueno recordar que en estos temas la ignorancia no nos hace inmunes a las leyes.

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La perspicaz tasa del 16% y sus excepciones

El primer artículo de la LIVA establece algo que todos hemos escuchado alguna vez cuando nos enfrentamos a una compra: la tasa aplicable es del 16%, que rige todas las operaciones realizadas en territorio mexicano. Pero he aquí que esta norma no es tan estricta como parece.

En la zona fronteriza, por ejemplo, la tasa es del 8%, y algunos productos ni siquiera pagan impuestos o tienen una tasa del 0%. Curiosamente, el IVA se aplica incluso en las compras en línea, y los residentes mexicanos que adquieren bienes y servicios desde el extranjero se encuentran con la sorpresa de que deben pagar este gravamen como si estuvieran en su tierra natal.

Algunos actos y actividades gozan de exenciones, como la exportación, la prestación de servicios exentos al pago de IVA y las importaciones exentas de pago de IVA. ¡Hasta el IVA tiene su laberinto de conceptos!

Un viaje a través de las fluctuaciones de la tasa general del IVA

Verás, la tasa general del IVA en México no siempre ha sido la misma. De hecho, ha sufrido cambios a lo largo de los años, desde ajustes en la tasa hasta modificaciones en los regímenes especiales. Uno de los momentos más memorables fue la década de los noventa, cuando la tasa aplicable oscilaba entre 6% y 20% en ciudades fronterizas, según si los productos eran considerados lujosos o no.

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En 1992, se redujo la tasa general cinco puntos, quedando en un 10%. Más tarde, entre 1995 y 2009, ambas tasas aumentaron: la general regresó al 15% y la fronteriza quedó en 10%. Durante esos años, se intentaron gravar múltiples veces los alimentos, aunque siempre generó polémica y resistencia ante la posible afectación a los bolsillos de las personas con menos recursos.

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Un impuesto indirecto con múltiples protagonistas

El IVA, en su esencia de impuesto indirecto, puede terminar afectando económicamente a personas distintas al contribuyente original, creando un efecto dominó enmarañado y fascinante a la vez.

Así, queridos lectores, concluye nuestra expedición por el mundo del IVA y la LIVA en México. Espero que este recorrido les haya servido para comprender, al menos un poco, qué es lo que ocurre cuando pagan este gravamen y cómo afecta nuestras vidas cotidianas. Y aunque quizás no hayamos encontrado un tesoro escondido en algún rincón de este laberinto, al menos hemos salido de él más sabios y conscientes.