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El arte de (sobre)vivir: explorando la salud emocional en tiempos inciertos

Si alguna vez se ha preguntado: ¿y esto de la salud emocional a qué viene?, ha llegado al lugar adecuado. Atrévase a sumergirse conmigo en este convulso y entrañable análisis sobre cómo esa capacidad tan humana de sentirnos desbordados e irremediablemente perdidos, marca nuestras vidas y, de paso, nos brinda cierta cuota de entretenimiento cotidiano.

El simpático caos de las emociones

Así es, señoras y señores, aquí les presento a las emociones: esas compañeras de viaje tan peculiares que, además de hacernos cantar a pleno pulmón una cursi balada o de meternos en berenjenales épicos, cumplen una noble función. Conviene mencionar que, más allá de sus vaivenes y caprichos, estas señoras sirven para informarnos sobre nuestras necesidades, motivaciones y valores, y cómo establecer conexiones con otras personas.

Una función para cada emoción

  • Alegría, calma, sorpresa, agradecimiento, seguridad y amor: esas emociones agradables nos hacen sentir vivos, llenos de energía y, en ocasiones, nos acercan a nuestros semejantes como si fuésemos auténticos ganchos de amistad.
  • Miedo, ansiedad, tristeza, enfado, culpa, vergüenza y asco: estas emociones desagradables, por otro lado, tienen funciones específicas en cuanto a proteger nuestra integridad y conducirnos, en cierta medida, hacia una vida más equilibrada.

Bienestar emocional y salud: ¿Misión imposible?

Dicho esto, tampoco puedo dejar de mencionar el hecho de que una persona emocionalmente saludable puede afrontar esta trepidante aventura llamada vida con la suficiente motivación, tranquilidad y eficacia. En otras palabras, deberá enfrentarse a las tensiones normales del día a día sin caer en la tentación de gritar, estirarse del cabello o responder a los comentarios sarcásticos de sus vecinos.

¿Y cómo lograr esa ardua tarea?

Déjenme ahora especular sobre la existencia de un enigmático punto que llamamos bienestar emocional. Un lugar en el que se entrelazan y equilibran los aspectos físico, mental, emocional y espiritual. No le prometo que es sencillo, pero si lo consigue, quizás alcance la felicidad absoluta (esa que tanto buscamos y que solemos encontrar en la última porción de tarta).

Enfrentando al monstruo: el estrés

Ahora bien, hablemos del enemigo principal: el estrés. Todos lo hemos padecido alguna vez y sabemos que nos acecha incluso en las situaciones cotidianas más insospechadas. Resulta que este molesto compañero puede generar niveles elevados de cortisol (sí, el cortisol, ese maléfico compuesto), el cual, si se mantiene en el tiempo, podría ser perjudicial para nuestro preciado disco duro cerebral.

Cómo sobrevivir emocionalmente en tiempos de pandemia

Y como si no fuera suficiente, debemos enfrentarnos a un desafío de altura: la pandemia de coronavirus. Desde sus inicios, este virus se ha empeñado en poner a prueba nuestra ya maltrecha salud emocional, provocando nerviosismo, preocupación, desánimo y dificultades para realizar nuestras actividades diarias con la energía, concentración y motivación habituales. Como si llevar mascarilla y desinfectar cada superficie tocada no fuera ya suficiente tarea, ¡gracias!

Pequeñas recetas para sobrellevar el caos

Aunque pueda parecer mentira, señoras y señores, no todo está perdido. Existen mágicos recursos como tarjetas de sentimientos para ayudar, especialmente a los preadolescentes, a identificar sus emociones y procesarlas sin que salgan volando platos o gritos desgarradores. Les prometo que esa maravillosa invención es solo un ejemplo de lo que podemos hacer para mantenernos emocionalmente sanos.

Para sellar el éxito: meditar, respirar hondo y correr riesgos apropiados

Pero si no fuera suficiente, también disponemos de nuestras especiales armas secretas: la meditación y la respiración profunda, maravillosas técnicas ancestrales que nos ayudan a manejar esos sentimientos capaces de desbordarnos en un giro inesperado del destino.

Ah, y no se olviden de permitir y animar, especialmente a los preadolescentes, a correr riesgos emocionales apropiados; porque si hay algo que hemos aprendido en el campo de batalla emocional, es que sin riesgo y audacia nunca terminamos de comprender y conquistar nuestro laberinto personal.

La importancia de la charla emocional

Y finalmente, pero no menos importante: las intrigantes e interminables charlas emocionales. Estas conversaciones frecuentes sobre nuestros sentimientos pueden ser el punto de partida para mejorar la salud emocional, tanto de los preadolescentes como de los que ya nos dejaron esas edades lejos en el pasado.

Así que póngase cómodo, tome nota de estos consejos irónicos pero útiles, y comience a cambiar su vida emocional ¡antes de que implote! No se lo tome a la ligera, porque recuerde que, al final del día, detrás de cada triste historia, contienda y funeral, hay una salud emocional que está rogando por ser atendida.